miércoles, 7 de marzo de 2007

José Asunción Silva - Madrigal


Madrigal


Tu tez rosada y pura; tus formas gráciles

de estatua de Tanagra; tu olor de lilas;

el carmín de tu boca de labios tersos;

las miradas ardientes de tus pupilas;

el ritmo de tu paso; tu voz velada;

tus cabellos que suelen, si los despeina

tu mano blanca y fina, toda hoyuelada,

cubrirte con un rico manto de reina;

tu voz, tus ademanes, tú... no te asombre:

todo eso está, ya a gritos, pidiendo un hombre.

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