viernes, 23 de marzo de 2007

Cambalache


Que el mundo fue y sera una porqueria,

ya lo se...

En el quinientos seis

y en el dos mil también!

Que siempre ha habido chorros,

maquiavelos y estafaos,

contentos y amargaos,

valores y dublés...

Pero que el siglo veinte

es un despliegue

de maldad insolente

ya no hay quien lo niegue.

Vivimos revolcaos en un merengue

y en un mismo lodo

todos manoseaos...


Hoy resulta que es lo mismo

ser derecho que traidor..!

Ignorante, sabio, chorro,

generoso o estafador!

Todo es igual! Nada es mejor!

Lo mismo un burro

que un gran profesor!

No hay aplazaos ni escalafon,

los inmorales nos han igualao.

Si uno vive en la impostura

y otro roba en su ambicion,

da lo mismo que sea cura,

colchonero, rey de bastos,

caradura o polizon...


Que falta de respeto,

que atropello a la razon!

Cualquiera es un señor!

Cualquiera es un ladron!

Mezclao con Stavisky va Don Bosco

y "La Mignon,"

Don Chicho y Napoleon,

Carnera y San Martin...

Igual que en la vidriera irrespetuosa

de los cambalaches

se ha mezclao la vida

y herida por un sable sin remache

ves llorar la Biblia

contra un calefon.


Siglo veinte, cambalache

problematico y febril!

El que no llora, no mama,

y el que no afana es un gil.

Dale nomas! Dale que va!

Que alla en el horno

nos vamo a encontrar!

No pienses mas,

sentate a un lao.

Que a nadie importa

si naciste honrao.

Que es lo mismo el que labura n

oche y dia, como un buey

que el que vive de los otros,

que el que mata o el que cura

o esta fuera de la ley.

Alejandro Sanz - Y si fuera ella


Ella, se desliza y me atropella.
Y, aunque a veces no me importe
sé, que el día que la pierda,
volveré a sufrir por ...

Ella, que aparece y que se esconde;
que se marcha y que se queda;
que es pregunta y es respuesta;
que es mi oscuridad, mi estrella.

Ella, me peina el alma y me la enreda;
va conmigo pero no sé donde va.
Mi rival, mi compañera;
que está tan dentro de mi vida y,
a la vez está tan fuera sé que volveré a perderme,
y la encontraré de nuevo
pero con otro rostro y otro
nombre diferente y otro cuerpo.

Pero sigue siendo ella, que otra vez me lleva;
nunca me responde si, al girar la rueda ...
Ella, se hace fría y se hace eterna;
un suspiro en la tormenta,
a la que tantas veces le cambió la voz.
Gente que va y que viene y, siempre es
ella, que me miente y me lo niega;
que me olvida y me recuerda.

Pero, si mi boca se equivoca,
pero, si mi boca se equivoca y,
al llamarla nombro a otra,
a veces siente compasión por este loco,
ciego y loco corazón.

Sea lo que quiera Dios que sea.
Mi delito es la torpeza de ignorar
que hay quien no tiene corazón.
Y va quemando, va quemándome y me quema.
Y, ¿si fuera ella?

Ella me peina el alma y me la enreda;
va conmigo ... digo yo,
Mi rival, mi compañera; esa es ella.
Pero me cuesta cuando otro adiós se ve tan cerca.
Y, la perderé de nuevo, y otra vez preguntaré,
mientras se va y, no habrá respuesta.
Y, si esa que se aleja ...
la que estoy perdiendo ...
Y, ¿si esa era?. Y, ¿si fuera ella?.

Sea lo que quiera Dios que sea.
Mi delito es la torpeza de ignorar
que hay quien no tiene corazón
Y va quemando, va quemándome y me quema.
Y, ¿si fuera ella?...
a veces siente compasión
por este loco, ciego y loco corazón.
¿Era? ¿quién me dice, si era ella?
Y, si la vida es una rueda y va girando
y nadie sabe cuándo tiene que saltar.
Y la miro ... y, ¿si fuera ella? ¿si fuera ella?
Y, ¿si fuera ella?

Angela Carrasco


Quererte a ti - Ángela Carrasco


Quererte a ti es como querer
arrancarle un quejido al viento
un beso al vacío
y una sonrisa al silencio.

Quererte a ti es conjugar
el verbo amar en soledad
un te quiero sin respuesta
y no querer ver
que mis caricias te molestan.

Quererte a ti
es querer ganar el cielo por amor
es haber perdido el miedo al dolor
es luchar contra nadie en la batalla
y ahogar el fuego que me nace en las entrañas
quererte a ti, quererte a ti
es callar y esperar.

Quererte a ti
es querer ganar el cielo por amor
es haber perdido el miedo al dolor
es luchar contra nadie en la batalla
y ahogar el fuego que me nace en las entrañas
quererte a ti, quererte a ti, quererte a ti.
Alimentar la palabra ternura
y esconder mis lágrimas en las espaldas
de mis noches en blanco y a oscuras
lágrimas de celos y dudas.

De nada sirve que yo te llore
de nada sirve que yo te implore
hasta cuándo y hasta dónde
tengo que esperar que de mí te enamores.

Quererte a ti
es querer ganar el cielo por amor
es haber perdido el miedo al dolor
es luchar contra nadie en la batalla
y ahogar el fuego que me nace en las entrañas
quererte a ti, quererte a ti
es callar y esperar.

Quererte a ti
es querer ganar el cielo por amor
es haber perdido el miedo al dolor
es luchar contra nadie en la batalla
y ahogar el fuego que me nace en las entrañas
quererte a ti, quererte a ti, quererte a ti.

miércoles, 21 de marzo de 2007

Juan Rulfo - Es que somos muy pobres


Es que somos muy pobres


De Juan Rulfo



Aquí todo va de mal en peor. La semana pasada se murió mi tía Jacinta, y el sábado, cuando ya la habíamos enterrado y comenzaba a bajársenos la tristeza, comenzó a llover como nunca. A mi papá eso le dio coraje, porque toda la cosecha de cebada estaba asoleándose en el solar. Y el aguacero llegó de repente, en grandes olas de agua, sin darnos tiempo ni siquiera a esconder aunque fuera un manojo; lo único que pudimos hacer, todos los de mi casa, fue estarnos arrimados debajo del tejabán, viendo cómo el agua fría que caía del cielo quemaba aquella cebada amarilla tan recién cortada.
Y apenas ayer, cuando mi hermana Tacha acababa de cumplir doce años, supimos que la vaca que mi papá le regaló para el día de su santo se la había llevado el río
El río comenzó a crecer hace tres noches, a eso de la madrugada. Yo estaba muy dormido y, sin embargo, el estruendo que traía el río al arrastrarse me hizo despertar en seguida y pegar el brinco de la cama con mi cobija en la mano, como si hubiera creído que se estaba derrumbando el techo de mi casa. Pero después me volví a dormir, porque reconocí el sonido del río y porque ese sonido se fue haciendo igual hasta traerme otra vez el sueño.
Cuando me levanté, la mañana estaba llena de nublazones y parecía que había seguido lloviendo sin parar. Se notaba en que el ruido del río era más fuerte y se oía más cerca. Se olía, como se huele una quemazón, el olor a podrido del agua revuelta.
A la hora en que me fui a asomar, el río ya había perdido sus orillas. Iba subiendo poco a poco por la calle real, y estaba metiéndose a toda prisa en la casa de esa mujer que le dicen la Tambora. El chapaleo del agua se oía al entrar por el corral y al salir en grandes chorros por la puerta. La Tambora iba y venía caminando por lo que era ya un pedazo de río, echando a la calle sus gallinas para que se fueran a esconder a algún lugar donde no les llegara la corriente.
Y por el otro lado, por donde está el recodo, el río se debía de haber llevado, quién sabe desde cuándo, el tamarindo que estaba en el solar de mi tía Jacinta, porque ahora ya no se ve ningún tamarindo. Era el único que había en el pueblo, y por eso nomás la gente se da cuenta de que la creciente esta que vemos es la más grande de todas las que ha bajado el río en muchos años.
Mi hermana y yo volvimos a ir por la tarde a mirar aquel amontonadero de agua que cada vez se hace más espesa y oscura y que pasa ya muy por encima de donde debe estar el puente. Allí nos estuvimos horas y horas sin cansarnos viendo la cosa aquella. Después nos subimos por la barranca, porque queríamos oír bien lo que decía la gente, pues abajo, junto al río, hay un gran ruidazal y sólo se ven las bocas de muchos que se abren y se cierran y como que quieren decir algo; pero no se oye nada. Por eso nos subimos por la barranca, donde también hay gente mirando el río y contando los perjuicios que ha hecho. Allí fue donde supimos que el río se había llevado a la Serpentina, la vaca esa que era de mi hermana Tacha porque mi papá se la regaló para el día de su cumpleaños y que tenía una oreja blanca y otra colorada y muy bonitos ojos.
No acabo de saber por qué se le ocurriría a la Serpentina pasar el río este, cuando sabía que no era el mismo río que ella conocía de a diario. La Serpentina nunca fue tan atarantada. Lo más seguro es que ha de haber venido dormida para dejarse matar así nomás por nomás. A mí muchas veces me tocó despertarla cuando le abría la puerta del corral porque si no, de su cuenta, allí se hubiera estado el día entero con los ojos cerrados, bien quieta y suspirando, como se oye suspirar a las vacas cuando duermen.
Y aquí ha de haber sucedido eso de que se durmió. Tal vez se le ocurrió despertar al sentir que el agua pesada le golpeaba las costillas. Tal vez entonces se asustó y trató de regresar; pero al volverse se encontró entreverada y acalambrada entre aquella agua negra y dura como tierra corrediza. Tal vez bramó pidiendo que le ayudaran. Bramó como sólo Dios sabe cómo.
Yo le pregunté a un señor que vio cuando la arrastraba el río si no había visto también al becerrito que andaba con ella. Pero el hombre dijo que no sabía si lo había visto. Sólo dijo que la vaca manchada pasó patas arriba muy cerquita de donde él estaba y que allí dio una voltereta y luego no volvió a ver ni los cuernos ni las patas ni ninguna señal de vaca. Por el río rodaban muchos troncos de árboles con todo y raíces y él estaba muy ocupado en sacar leña, de modo que no podía fijarse si eran animales o troncos los que arrastraba.
Nomás por eso, no sabemos si el becerro está vivo, o si se fue detrás de su madre río abajo. Si así fue, que Dios los ampare a los dos.
La apuración que tienen en mi casa es lo que pueda suceder el día de mañana, ahora que mi hermana Tacha se quedó sin nada. Porque mi papá con muchos trabajos había conseguido a la Serpentina, desde que era una vaquilla, para dársela a mi hermana, con el fin de que ella tuviera un capitalito y no se fuera a ir de piruja como lo hicieron mis otras dos hermanas, las más grandes.
Según mi papá, ellas se habían echado a perder porque éramos muy pobres en mi casa y ellas eran muy retobadas. Desde chiquillas ya eran rezongonas. Y tan luego que crecieron les dio por andar con hombres de lo peor, que les enseñaron cosas malas. Ellas aprendieron pronto y entendían muy bien los chiflidos, cuando las llamaban a altas horas de la noche. Después salían hasta de día. Iban cada rato por agua al río y a veces, cuando uno menos se lo esperaba, allí estaban en el corral, revolcándose en el suelo, todas encueradas y cada una con un hombre trepado encima.
Entonces mi papá las corrió a las dos. Primero les aguantó todo lo que pudo; pero más tarde ya no pudo aguantarlas más y les dio carrera para la calle. Ellas se fueron para Ayutla o no sé para dónde; pero andan de pirujas.
Por eso le entra la mortificación a mi papá, ahora por la Tacha, que no quiere vaya a resultar como sus otras dos hermanas, al sentir que se quedó muy pobre viendo la falta de su vaca, viendo que ya no va a tener con qué entretenerse mientras le da por crecer y pueda casarse con un hombre bueno, que la pueda querer para siempre. Y eso ahora va a estar difícil. Con la vaca era distinto, pues no hubiera faltado quién se hiciera el ánimo de casarse con ella, sólo por llevarse también aquella vaca tan bonita.
La única esperanza que nos queda es que el becerro esté todavía vivo. Ojalá no se le haya ocurrido pasar el río detrás de su madre. Porque si así fue, mi hermana Tacha está tantito así de retirado de hacerse piruja. Y mamá no quiere.
Mi mamá no sabe por qué Dios la ha castigado tanto al darle unas hijas de ese modo, cuando en su familia, desde su abuela para acá, nunca ha habido gente mala. Todos fueron criados en el temor de Dios y eran muy obedientes y no le cometían irreverencias a nadie. Todos fueron por el estilo. Quién sabe de dónde les vendría a ese par de hijas suyas aquel mal ejemplo. Ella no se acuerda. Le da vueltas a todos sus recuerdos y no ve claro dónde estuvo su mal o el pecado de nacerle una hija tras otra con la misma mala costumbre. No se acuerda. Y cada vez que piensa en ellas, llora y dice: "Que Dios las ampare a las dos."
Pero mi papá alega que aquello ya no tiene remedio. La peligrosa es la que queda aquí, la Tacha, que va como palo de ocote crece y crece y que ya tiene unos comienzos de senos que prometen ser como los de sus hermanas: puntiagudos y altos y medio alborotados para llamar la atención.
-Sí -dice-, le llenará los ojos a cualquiera dondequiera que la vean. Y acabará mal; como que estoy viendo que acabará mal.
Ésa es la mortificación de mi papá.
Y Tacha llora al sentir que su vaca no volverá porque se la ha matado el río. Está aquí a mi lado, con su vestido color de rosa, mirando el río desde la barranca y sin dejar de llorar. Por su cara corren chorretes de agua sucia como si el río se hubiera metido dentro de ella.
Yo la abrazo tratando de consolarla, pero ella no entiende. Llora con más ganas. De su boca sale un ruido semejante al que se arrastra por las orillas del río, que la hace temblar y sacudirse todita, y, mientras, la creciente sigue subiendo. El sabor a podrido que viene de allá salpica la cara mojada de Tacha y los dos pechitos de ella se mueven de arriba abajo, sin parar, como si de repente comenzaran a hincharse para empezar a trabajar por su perdición.

viernes, 9 de marzo de 2007

Si la vieras con mis ojos


SI LA VIERAS CON MIS OJOS

Ray Girado


Si la vieras con mis ojos como yo

le perdonarias todo lo peor

si la vieras con mis ojos tu también

serias capaz de no cansarte de verla

sin mirar a los demas.


Veras amor si la vieras con mis ojos

veras pasión si la vieras con mis ojos

la verias de otro modo con los ojos del amor



Si la vieras con mis ojos como yo

no haria falta darte más explicación

si la vieras con mis ojos tu verias

mucho más de lo que hay a simple vista

porque ella es especial.




Veras amor si la vieras con mis ojos

veras pasión si la vieras con mis ojos

la verias de otro modo con los ojos del amor


Si la vieras con mis ojos

que la llaman sin cesar

mientras se marcha contigo

sin volver la vista atras

jueves, 8 de marzo de 2007

Desiderata


Camina plácidamente entre el ruido y la prisa,

y recuerda qué paz puede haber en el silencio.

En la medida de lo posible y sin traicionarte

procura vivir en buenos términos con todo aquel que te rodea.


Di tu verdad tranquila y claramente;

y escucha a los demás,

incluso al aburrido y al ignorante;

ellos también tienen una historia que contar.
Evita a los ruidosos y a los agresivos,

ellos afligen al espíritu.

Si te comparas con otras personas,

puedes tornarte vanidoso y amargo;

porque siempre habrá personas más grandes y más pequeñas que tú.


Disfruta de tus logros y también de tus planes.
Mantén el interés en tu propia carrera, por humilde que sea;

es una verdadera posesión en las cambiantes fortunas del tiempo.


Sé cuidadoso en los negocios;

pues el mundo está lleno de trampas.

Pero no dejes que ésto te ciegue a la virtud del mundo;

muchas personas luchan por grandes ideales;

y en todas partes la vida está llena de heroísmo.


Sé tú mismo.

En especial, no finjas afecto.

Tampoco seas cínico ante el amor;

porque frente a la aridez y al desencanto,

el amor es perenne como la hierba.


Toma con serenidad el consejo de los años,

y renuncia grácilmente a los dones de la juventud.

Nutre la fuerza del espíritu para protegerte de las desgracias inesperadas,

pero no te crees falsos fantasmas.

Muchos miedos nacen de la fatiga y la soledad.


Sin olvidar una justa disciplina,

sé amable contigo mismo.
Eres un hijo del Universo,

no menos que los árboles y las estrellas;

tienes derecho a estar aquí.

Y no importa si te resulta evidente o no,

no hay duda de que el Universo se está desarrollando como debe.


Por ello procura estar en paz con Dios,

de la manera en que lo concibas,

y cualesquiera sean tus trabajos y aspiraciones,

mantén la paz en tu espíritu en la ruidosa confusión de la vida.

A pesar del trabajo duro, las falsas esperanzas y los sueños rotos,

este sigue siendo un mundo hermoso.

Procura estar alegre.

Lucha por ser feliz.

Solo pienso en ti



Ella fue a nacer
en una fría sala de hospital
cuando vió la luz
su frente se quebró como el cristal
porque entre sus dedos a su padre
como un pez se le escurrió
hace un mes cumplió los veintiséis
solo pienso en ti
Hey, sólo pienso en ti
juntos de la mano, se les ve por el jardín
no puede haber nadie en este mundo tan feliz
sólo pienso en ti
Él nació de pie
le fueron a parir entre algodón
su padre pensó
que aquello era un castigo del señor
le buscó un lugar para olvidarlo
y siendo niño le internó
pronto cumplirá los treinta y tres
sólo pienso en ti
Hey, sólo pienso en ti
juntos de la mano, se les ve por el jardín
no puede haber nadie en este mundo tan feliz
sólo pienso en ti
En el comedor
les sientan separados a comer
si se miran bien
les corren mil hormigas por los pies
ella le regala alguna flor
y él le dibuja en un papel
algo parecido a un corazón
sólo pienso en ti
Hey, sólo pienso en ti
juntos de la mano, se les ve por el jardín
no puede haber nadie en este mundo tan feliz
sólo pienso en ti

Asturias

Para María del Pilar Martín Quirós (1929-1992)

Asturias, si yo pudiera

si yo supiera cantarte.

Asturias verde de montes

y negra de minerales.


Yo soy hombre del Sur:

Polvo, sol, fatiga y hambre,

hambre de pan y horizontes¡

Hambre!


Bajo la piel resecada

ríos sólidos de sangre

y el corazón asfixiado

sin venas para aliviarte.


Los ojos ciegos, los ojos ciegos

de tanto mirarte

sin verte. Asturias lejana,

hija de mi misma madre.


Dos veces, dos, has tenido

ocasión para jugarte

la vida en una partida y

las dos te la jugaste.


¿Quién diablos derribará este árbol

de Asturias, ya sin ramaje,

desnudo, seco y clavado

con su raíz entrañable

que corre por toda España

crispándonos de coraje.


Mirad obreros del mundo

su silueta recortarse

contra ese cielo impasible,

firme sobre roca firme

herida viva su carne.


Millones de puños gritan

su cólera por los aires,

millones de corazones

golpean contra sus cárceles.


Prepara tu salto último

lívida muerte cobarde

prepara tu último salto

que Asturias está aguardándote

sola, en medio de la tierra

hija de mi misma madre.

A Virxe de Guadalupe

Para David Alvarez Bargo (1929-2008)


A VIRXE DE GUADALUPE
CANDO VAI PARA RIBEIRA,
DESCALCIÑA POLA AREA
PARECE UNHA RIANXEIRA(BIS)

ESTRIBILLO

OLIÑAS VEÑEN, OLIÑAS VEÑEN,
OLIÑAS VEÑEN E VAN,
NON TE EMBARQUES RIANXEIRA
QUE TE VAS A MAREAR.
A VIRXE DE GUADALUPE
CANDO VAI PARA RIANX0,
A BARQUIÑA QUE A LEVA
ERA DE PAU DE NARANXO.(BIS)

ESTRIBILLO

miércoles, 7 de marzo de 2007

Ricardo Arjona - Realmente no estoy tan solo







Me tomo un café con tu ausencia

y le enciendo un cigarro a la nostalgia

le doy un beso en el cuello a tu espacio vacío

Me juego un ajedrez con tu historia

y le acaricio la espalda a la memoria

seduciendo al par de zapatos azules que olvidaste

Y charlo de política con tu cepillo de dientes

con visión tan analítica, como cuando te arrepientes.


Realmente no estoy tan solo, quién te dijo que te fuiste

si aún te encuentro cocinando

algún recuerdo en la cocina

o en la sombra que dibuja la cortina.

Realmente no estoy tan solo, quién te dijo que te fuiste

si uno no está donde el cuerpo, sino donde más lo extrañan

y aquí se te extraña tanto

Tú sigues aquí, sin ti, conmigo

quién está contigo

si ni siquiera estás tú...


Platico con tus medias de seda

y le preparo un croissant al recuerdo

mientras le rasco una rodilla a esta vida, sin vida.

Le canto una canción a la nada

y me burlo de la melancolía

mientras le subo el cierre a la falda de las ganas.

Sintiendo tantas cosas,realmente no estoy tan solo.

Sola tú que estás conmigo

y no te fuiste contigo.


Realmente no estoy tan solo, quién te dijo que te fuiste

si aún te encuentro cocinando

algún recuerdo en la cocina

o en la sombra que dibuja la cortina.

Realmente no estoy tan solo, quién te dijo que te fuiste

si cargaste cuerpo, pero no con el recuerdo

y el recuerdo esta conmigo

Realmente no estoy tan solo, quién te dijo que te fuiste

si uno no está donde el cuerpo, sino donde más lo extrañan

y aquí se te extraña tanto

Tú sigues aquí, sin ti, conmigo

quién está contigo si ni siquiera estás tú

Luis Eduardo Auté - De alguna manera









De alguna manera

tendré que olvidarte,

por mucho que quiera

no es fácil, ya sabes,

me faltan las fuerzas,

ha sido muy tarde

y nada más, y nada más,

apenas nada más.


Las noches te acercan

y enredas el aire,

mis labios se secan

e intento besarte.

Qué fría es la cera

de un beso de nadie

y nada más, y nada más,

apenas nada más.


Las horas de piedra

parecen cansarse

y el tiempo se peina

con gesto de amante.

De alguna manera

tendré que olvidarte

y nada más, y nada más,

apenas nada más.

Luis Eduardo Aute - Pasaba por aquí.


Pasaba por aquí


La hora fue, sin duda,

lo que me hizo subir

al ver aún encendida

la luz en la ventana de David.


No pienses que te espío,

no llego a ser tan ruin;

es torpe que tú creas

que quiero "sorprenderte en un desliz",


Y bien qué tontería,

no soy nada sutil,

si yo sólo pasaba,

pasaba por aquí, pasaba por aquí.

Ningún teléfono cerca

y no lo pude resistir,

pasaba por aquí.


Qué esperas que te cuente,

hay poco que decir,

tal vez me vaya un tiempo,

no aguanto este coñazo de Madrid.


Te veo muy distinta,

es nuevo ese carmín

está mucho más guapa,

será que te embellece ser feliz.


Qué cosas se me ocurren,

todo esto es tan pueril

si sólo yo pasaba,

pasaba por aquí, pasaba por aquí.

Ningún teléfono cerca

y no lo pude resistir,pasaba por aquí.

Carlos Puebla - Comandante Che Guevara






Aprendimos a quererte

desde la histórica altura

donde el sol de tu bravura

le puso un cerco a la muerte.


Aquí se queda la clara,

la entrañable transparencia,

de tu querida presencia

Comandante Che Guevara.


Tu mano gloriosa y fuerte

sobre la historia dispara

cuando todo Santa Clara

se despierta para verte.


Aquí se queda la clara,

la entrañable transparencia,

de tu querida presencia

Comandante Che Guevara.


Vienes quemando la brisa

con soles de primavera

para plantar la bandera

con la luz de tu sonrisa.


Aquí se queda la clara,

la entrañable transparencia,

de tu querida presencia

Comandante Che Guevara.


Tu amor revolucionario

te conduce a nueva empresa

donde esperan la firmeza

de tu brazo libertario.


Aquí se queda la clara,

la entrañable transparencia,

de tu querida presencia

Comandante Che Guevara.


Seguiremos adelante

como junto a ti seguimos

y con Fidel te decimos:

hasta siempre Comandante.


Aquí se queda la clara,

la entrañable transparencia,

de tu querida presencia

Comandante Che Guevara.


(Carlos Puebla, 1965)

José Asunción Silva - Madrigal


Madrigal


Tu tez rosada y pura; tus formas gráciles

de estatua de Tanagra; tu olor de lilas;

el carmín de tu boca de labios tersos;

las miradas ardientes de tus pupilas;

el ritmo de tu paso; tu voz velada;

tus cabellos que suelen, si los despeina

tu mano blanca y fina, toda hoyuelada,

cubrirte con un rico manto de reina;

tu voz, tus ademanes, tú... no te asombre:

todo eso está, ya a gritos, pidiendo un hombre.

Cesar Vallejo - Los heraldos negros





Hay golpes en la vida, tan fuertes... ¡Yo no sé!

Golpes como del odio de Dios; como si ante ellos,

la resaca de todo lo sufrido

se empozara en el alma... ¡Yo no sé!



Son pocos; pero son... Abren zanjas oscuras

en el rostro más fiero y en el lomo más fuerte.

Serán tal vez los potros de bárbaros atilas;

o los heraldos negros que nos manda la Muerte.



Son las caídas hondas de los Cristos del alma

de alguna fe adorable que el Destino blasfema.

Esos golpes sangrientos son las crepitaciones

de algún pan que en la puerta del horno se nos quema.



Y el hombre... Pobre... ¡pobre! Vuelve los ojos,

como cuando por sobre el hombro nos llama una palmada;

vuelve los ojos locos, y todo lo vivido se empoza,

como charco de culpa, en la mirada.



Hay golpes en la vida, tan fuertes... ¡Yo no sé!

Neruda - Poema 20


Poema 20


Puedo escribir los versos más tristes esta noche.

Escribir, por ejemplo: "La noche esta estrellada,y tiritan, azules, los astros, a lo lejos".

El viento de la noche gira en el cielo y canta.

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.


Yo la quise, y a veces ella también me quiso.

En las noches como ésta la tuve entre mis brazos.


La besé tantas veces bajo el cielo infinito.

Ella me quiso, a veces yo también la quería.


Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos.

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.


Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido.

Oír la noche inmensa, más inmensa sin ella.


Y el verso cae al alma como al pasto el rocío.

Qué importa que mi amor no pudiera guardarla.


La noche está estrellada y ella no está conmigo.

Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos.


Mi alma no se contenta con haberla perdido.

Como para acercarla mi mirada la busca.


Mi corazón la busca, y ella no está conmigo.

La misma noche que hace blanquear los mismos árboles.


Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.

Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise.


Mi voz buscaba el viento para tocar su oído.

De otro. Será de otro. Como antes de mis besos.


Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos.

Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero.


Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido.

Porque en noches como ésta la tuve entre mis brazos, mi alma no se contenta con haberla perdido.

Aunque éste sea el último dolor que ella me causa, y éstos sean los últimos versos que yo le escribo.

Antonio Machado


A UN OLMO SECO


Al olmo viejo, hendido por el rayo
y en su mitad podrido,
con las lluvias de abril y el sol de mayo
algunas hojas verdes le han salido.
¡El olmo centenario en la colina
que lame el Duero! Un musgo amarillento
le mancha la corteza blanquecina
al tronco carcomido y polvoriento.

No será, cual los álamos cantores
que guardan el camino y la ribera,
habitado de pardos ruiseñores.

Ejército de hormigas en hilera
va trepando por él, y en sus entrañas
urden sus telas grises las arañas.

Antes que te derribe, olmo del Duero,
con su hacha el leñador, y el carpintero
te convierta en melena de campana,
lanza de carro o yugo de carreta;
antes que rojo en el hogar, mañana,
ardas en alguna mísera caseta,
al borde de un camino;
antes que te descuaje un torbellino
y tronche el soplo de las sierras blancas;
antes que el río hasta la mar te empuje
por valles y barrancas,
olmo, quiero anotar en mi cartera
la gracia de tu rama verdecida.
Mi corazón espera
también, hacia la luz y hacia la vida,
otro milagro de la primavera.

Juan Bosch - Los amos


Los amos.


Cuando ya Cristino no servía ni para ordeñar una vaca, don Pío lo llamó y le dijo que iba a hacerle un regalo.
-Le voy a dar medio peso para el camino. Usté esta muy mal y no puede seguir trabajando. Si se mejora, vuelva.
Cristino extendió una mano amarilla, que le temblaba.
-Mucha gracia, don. Quisiera coger el camino ya, pero tengo calentura.
-Puede quedarse aquí esta noche, si quiere, y hasta hacerse una tisana de cabrita. Eso es bueno.
Cristino se había quitado el sombrero, y el pelo abundante, largo y negro le caía sobre el pescuezo. La barba escasa parecía ensuciarle el rostro, de pómulos salientes.
-Ta bien, don Pío -dijo-; que Dio se lo pague.
Bajó lentamente los escalones, mientras se cubría de nuevo la cabeza con el viejo sombrero de fieltro negro. Al llegar al último escalón se detuvo un rato y se puso a mirar las vacas y los críos.
-Que animao ta el becerrito -comentó en voz baja.
Se trataba de uno que él había curado días antes. Había tenido gusanos en el ombligo y ahora correteaba y saltaba alegremente.
Don Pío salió a la galería y también se detuvo a ver las reses. Don Pío era bajo, rechoncho, de ojos pequeños y rápidos. Cristino tenía tres años trabajando con él. Le pagaba un peso semanal por el ordeño, que se hacía de madrugada, las atenciones de la casa y el cuido de los terneros. Le había salido trabajador y tranquilo aquel hombre, pero había enfermado y don Pío no quería mantener gente enferma en su casa.
Don Pío tendió la vista. A la distancia estaban los matorrales que cubrían el paso del arroyo, y sobre los matorrales, las nubes de mosquitos. Don Pío había mandado poner tela metálica en todas las puertas y ventanas de la casa, pero el rancho de los peones no tenía ni puertas ni ventanas; no tenía ni siquiera setos. Cristino se movió allá abajo, en el primer escalón, y don Pío quiso hacerle una última recomendación.
-Cuando llegue a su casa póngase en cura, Cristino.
-Ah, sí, cómo no, don. Mucha gracia -oyó responder.
El sol hervía en cada diminuta hoja de la sabana. Desde las lomas de Terrero hasta las de San Francisco, perdidas hacia el norte, todo fulgía bajo el sol. Al borde de los potreros, bien lejos, había dos vacas. Apenas se las distinguía, pero Cristino conocía una por una todas las reses.
-Vea, don -dijo- aquella pinta que se aguaita allá debe haber parío anoche o por la mañana, porque no le veo barriga.
Don Pío caminó arriba.
-¿Usté cree, Cristino? Yo no la veo bien.
-Arrímese pa aquel lao y la verá.
Cristino tenía frío y la cabeza empezaba a dolerle, pero siguió con la vista al animal.
-Dese una caminata y me la arrea, Cristino -oyó decir a don Pío.
-Yo fuera a buscarla, pero me toy sintiendo mal.
-¿La calentura?
-Unjú, me ta subiendo.
-Eso no hace. Ya usté esta acostumbrado, Cristino. Vaya y tráigamela.
Cristino se sujetaba el pecho con los dos brazos descarnados. Sentía que el frío iba dominándolo. Levantaba la frente. Todo aquel sol, el becerrito...
-¿Va a traermela? -insistió la voz.
Con todo ese sol y las piernas temblándole, y los pies descalzos llenos de polvo.
-¿Va a buscarmela, Cristino?
Tenía que responder, pero la lengua le pesaba. Se apretaba más los brazos sobre el pecho. Vestía una camisa de listado sucia y de tela tan delgada que no le abrigaba.
Resonaron pisadas arriba y Cristino pensó que don Pío iba a bajar. Eso asustó a Cristino.
-Ello sí, don -dijo-: voy a dir. Deje que se me pase el frío.
-Con el sol se le quita. Hágame el favor, Cristino. Mire que esa vaca se me va y puedo perder el becerro.
Cristino seguía temblando, pero comenzó a ponerse de pie.
-Si: ya voy, don -dijo.
-Cogió ahora por la vuelta del arroyo -explicó desde la galería don Pío.
Paso a paso, con los brazos sobre el pecho, encorvado para no perder calor, el peón empezó a cruzar la sabana. Don Pío lo veía de espaldas. Una mujer se deslizó por la galería y se puso junto a don Pío.
-¡Qué día tan bonito, Pío! -comentó con voz cantarina.
El hombre no contestó. Señaló hacia Cristino, que se alejaba con paso torpe como si fuera tropezando.
-No quería ir a buscarme la vaca pinta, que parió anoche. Y ahorita mismo le di medio peso para el camino.
Calló medio minuto y miró a la mujer, que parecía demandar una explicación.
-Malagradecidos que son, Herminia -dijo-. De nada vale tratarlos bien.
Ella asintió con la mirada.
-Te lo he dicho mil veces, Pío -comentó. Y ambos se quedaron mirando a Cristino, que ya era apenas una mancha sobre el verde de la sabana.

martes, 6 de marzo de 2007

Jorge Luis Borges


Ajedrez

I



En su grave rincón, los jugadores

rigen las lentas piezas. El tablero

los demora hasta el alba en su severo

ámbito en que se odian dos colores.



Adentro irradian mágicos rigores

las formas: torre homérica, ligero

caballo, armada reina, rey postrero,

oblicuo alfil y peones agresores.



Cuando los jugadores se hayan ido,

cuando el tiempo los haya consumido,

ciertamente no habrá cesado el rito.



En el Oriente se encendió esta guerra

cuyo anfiteatro es hoy toda la tierra.

Como el otro, este juego es infinito.



II



Tenue rey, sesgo alfil, encarnizada

reina, torre directa y peón ladino

sobre lo negro y blanco del camino

buscan y libran su batalla armada.



No saben que la mano señalada

del jugador gobierna su destino,

no saben que un rigor adamantino

sujeta su albedrío y su jornada.



También el jugador es prisionero

(la sentencia es de Omar) de otro tablero

de negras noches y blancos días.



Dios mueve al jugador, y éste, la pieza.

¿Qué Dios detrás de Dios la trama empieza

de polvo y tiempo y sueño y agonías?

Silvio Rodriguez


Debes amar la arcilla que va en tus manos

debes amar su arena hasta la locura

y si no, no la emprendas que será en vano

sólo el amor alumbra lo que perdura

sólo el amor convierte en milagro el barro

sólo el amor alumbra lo que perdura

sólo el amor convierte en milagro el barro.

Debes amar el tiempo de los intentos

debes amar la hora que nunca brilla

y si no, no pretendas tocar los yertos

sólo el amor engendra la maravilla

sólo el amor consigue encender lo muerto

sólo el amor engendra la maravilla

sólo el amor consigue encender lo muerto.

Debes amar la arcilla que va en tus manos

debes amar su arena hasta la locura

y si no, no la emprendas que será en vano

sólo el amor alumbra lo que perdura

sólo el amor convierte en milagro el barro

sólo el amor alumbra lo que perdura

sólo el amor convierte en milagro el barro.

Debes amar el tiempo de los intentos

debes amar la hora que nunca brilla

y si no, no pretendas tocar los yertos

sólo el amor engendra la maravilla

sólo el amor consigue encender lo muerto

sólo el amor engendra la maravilla

sólo el amor consigue encender lo muerto.

José Martí


Que como crin hirsuta de espantado
Caballo que en los troncos secos mira
Garras y dientes de tremendo lobo,
Mi destrozado verso se levanta...?
Sí,: pero se levanta! -a la manera
Como cuando el puñal se hunde en el cuello
De la res, sube al cielo hilo de sangre:---
Sólo el amor, engendra melodías.

Roque Dalton


Poema de amor



Los que ampliaron el Canal de Panamá
(y fueron clasificados como "silver roll," y no como "gold roll"),
los que repararon la flota del Pacífico en las bases de California,
los que se pudrieron en las cárceles de Guatemala, México, Honduras, Nicaragua,
por ladrones, por contrabandistas, por estafadores, por hambrientos,
los siempre sospechosos de todo
"me permito remitirle al interfecto por esquinero sospechoso y con el agravante de ser salvadoreño"),
las que llenaron los bares y los burdeles de todos los puertos y las capitales de la zona
("La gruta azul," "El Calzoncito," "Happyland"),
los sembradores de maíz en plena selva extranjera,
los reyes de la página roja,
los que nunca sabe nadie de dónde son,
los mejores artesanos del mundo,
los que fueron cosidos a balazos al cruzar la frontera,
los que murieron de paludismo o de las picadas del escorpión o la barba amarilla en el infierno de las bananeras,
los que lloraron borrachos por el himno nacional bajo el ciclón del pacífico o la nieve del norte,
los arrimados, los mendigos, los marihuaneros, los guanacos hijos de la gran puta,
los que apenitas pudieron regresar,
los que tuvieron un poco más de suerte,
los eternos indocumentados,
los hacelotodo, los vendelotodo, los comelotodo,
los primeros en sacar el cuchillo,
los tristes más tristes del mundo,
mis compatriotas, mis hermanos.

Miguel Hernandez


ELEGÍA


(En Orihuela, su pueblo y el mío, se me ha muerto como del rayo Ramón Sijé, con quien tanto quería.)


Yo quiero ser llorando el hortelano de la tierra que ocupas y estercolas, compañero del alma, tan temprano.
Alimentando lluvias, caracolas y órganos mi dolor sin instrumento. a las desalentadas amapolas
daré tu corazón por alimento. Tanto dolor se agrupa en mi costado, que por doler me duele hasta el aliento.
Un manotazo duro, un golpe helado, un hachazo invisible y homicida, un empujón brutal te ha derribado.
No hay extensión más grande que mi herida, lloro mi desventura y sus conjuntos y siento más tu muerte que mi vida.
Ando sobre rastrojos de difuntos, y sin calor de nadie y sin consuelo voy de mi corazón a mis asuntos.
Temprano levantó la muerte el vuelo, temprano madrugó la madrugada, temprano estás rodando por el suelo.
No perdono a la muerte enamorada, no perdono a la vida desatenta, no perdono a la tierra ni a la nada.
En mis manos levanto una tormenta de piedras, rayos y hachas estridentes sedienta de catástrofes y hambrienta.
Quiero escarbar la tierra con los dientes, quiero apartar la tierra parte a parte a dentelladas secas y calientes.
Quiero minar la tierra hasta encontrarte y besarte la noble calavera y desamordazarte y regresarte.
Volverás a mi huerto y a mi higuera: por los altos andamios de las flores pajareará tu alma colmenera
de angelicales ceras y labores. Volverás al arrullo de las rejas de los enamorados labradores.
Alegrarás la sombra de mis cejas, y tu sangre se irán a cada lado disputando tu novia y las abejas.
Tu corazón, ya terciopelo ajado, llama a un campo de almendras espumosas mi avariciosa voz de enamorado.
A las aladas almas de las rosas del almendro de nata te requiero, que tenemos que hablar de muchas cosas, compañero del alma, compañero.

lunes, 5 de marzo de 2007

Alina Bello Dotel


Todavía

Para cada 12 de enero


No lo creo todavía

estás llegando a mi lado

y la noche es un puñado

de estrellas y de alegría

palpo gusto escucho y veo

tu rostro

tu paso largo

tus manos

y sin embargo

todavía no lo creo

tu regreso tiene tanto

que ver contigo y conmigo

que la cábala lo digo

y por las dudas lo canto

nadie nunca te reemplaza

y las cosas más triviales

se vuelven fundamentales

por que estás llegando a casa

sin embargo todavía

dudo de esta buena suerte

porque el cielo de tenerte

me parece fantasía

pero venís y es seguro

y venís con tu mirada

y por eso tu llegada

hace mágico el futuro

y aunque no siempre he entendido

mis culpas y mis fracasos

en cambio sé que en tus brazos

el mundo tiene sentido

y si beso la osadía

y el misterio de tus labios

no habrás dudas ni resabios

te querré más todavía.


MARIO BENEDETTI